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En la mitología griega Cerbero es el nombre del perro de tres cabezas y cola de serpiente que guardaba la puerta de los infiernos. Muy pocos lograron entrar en el Hades custodiado por él, entre ellos Orfeo, que lo adormeció con su lira cuando bajó en busca de su amada esposa Eurídice; o Eneas, que le ofreció un pastel con sustancias narcóticas. También Heracles consiguió domarlo y llevarlo fuera del inframundo en el último de sus doce trabajos.

En el fútbol cancerbero se usa como sinónimo de portero o guardameta.

La palabra can procede del latín canis (en francés chien), de donde derivan canijo (débil y enfermizo), canícula (significa “perrita” y designa la estrella de Sirio, en la constelación del Can Mayor, que aparece en el periodo del año en que hace más calor) y canalla (a través del italiano canaglia, gente baja y ruin).

Generalmente se acepta que las islas Canarias deben su nombre a los perros que abundaban allí, y no a los canarios, aves originarias de esa tierra.

Can está emparentado con el griego kynós, de donde deriva el vocablo cínico, propiamente perruno, persona que actúa con falsedad o desvergüenza descaradas. Diógenes fue el más célebre representante de la escuela filosófica de los cínicos.

Diógenes vivió como un vagabundo en las calles de Atenas, convirtiendo la pobreza material extrema en una virtud. Se dice que vivía en una tinaja y que de día iba por las calles con una lámpara encendida diciendo que “buscaba hombres” (honestos). Tal era la fama de Diógenes que el propio Alejandro Magno quiso conocerlo. Cuando lo tuvo delante Alejandro le dijo: «Pídeme lo que quieras». Y Diógenes sin inmutarse le contestó: «Quítate de donde estás que me tapas el sol».

Curiosidades de las palabras: «CANCERBERO»
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