En la mitología romana Juno (Hera para los griegos) era la diosa del matrimonio (por ello el mes de junio, dedicado a ella, era el más propicio para que los romanos contrajesen matrimonio). Estaba casada con su hermano Júpiter (o Zeus).
Tenía múltiples advocaciones (como la Virgen María), entre otras la de Juno Moneta ( = la que avisa, advierte o aconseja). El templo de Juno Moneta estaba situado en Roma en el monte Capitolio y desde allí la diosa avisaba o advertía de cualquier ataque contra Roma, como el que ocurrió en el 390 a.C. por parte de los galos.
El escritor latino Livio Andrónico le dio a la diosa este sobrenombre, Moneta, después de que los gansos que vivían alrededor del templo advirtieran con sus graznidos a los romanos del ataque de los galos. Avisar, en latín, es monere (de donde proceden amonestar y monitor) y por eso, la diosa, a la que se atribuyó el aviso de los gansos, fue llamada desde entonces Juno Moneta.
La palabra moneda proviene del nombre del lugar donde se acuñaba el vil metal en Roma: una casa situada al lado del templo de la diosa Juno Moneta, bajo cuya protección estaba. En el paso del latín al castellano, la “t” intervocálica sonorizó en “d”.
El francés monnaie y el inglés money son derivados del término moneda.
Dinero viene del latín denarius. El denario era una pequeña moneda romana de plata, una de las más corrientes, que valía diez ases; de ahí su nombre, pues denarius significa ‘que contiene diez’, de la misma raíz que decem ‘diez’. De referirse a una moneda concreta, pasó a utilizarse genéricamente para moneda. De denarius procede también el dinar, que es una unidad monetaria de varios países islámicos.
En griego moneda se decía νόμισμα ( = nómisma) y de ahí procede la palabra numismática, que es la ciencia que se ocupa del conocimiento de las monedas y medallas. El vocablo latino para designar la moneda era nummus, emparentado con el griego nómisma. Como escribió Quevedo: “Poderoso caballero es don Dinero”.