La palabra maestro procede del latín magister (concretamente del acusativo magistrum), en tanto que el término ministro deriva de minister (también del acusativo ministrum). Ambos vocablos se forman a partir de adverbios (magis = más y minus = menos) a los que se suma el sufijo -ter, que indica comparación entre dos, como vemos en otras palabras latinas: alter significa «el otro» entre dos, no éste, sino el otro (alter ego o mi otro yo). También en neuter que significa “ni el uno ni el otro”, sino un tercero. Neuter fue empleado luego por los gramáticos romanos para designar el género gramatical neutro, es decir, ni masculino ni femenino.
De modo que magister podría traducirse como el más sabio, hábil o capacitado de los dos, y precisamente por eso se ha de ocupar de lo más importante. Consecuentemente, minister sería el menos sabio, hábil o capacitado de los dos, y por esa razón se habrá de ocupar de lo menos importante.
Por tanto, maestro es el que es más, el que ha alcanzado una posición de liderazgo, el que posee más alto grado de conocimiento y competencia en su campo o profesión, y por eso podría dar lecciones de ello, porque posee maestría.
En cambio, ministro es el que es menos, el que está al servicio de, el criado o servidor. ¿Quién lo diría hoy en día?.
Alumno deriva del verbo alo ( = alimentar, nutrir), cuyo participio pasivo es altus ( = el que ha sido alimentado y, en consecuencia, ha llegado a ser alto). Es decir, el alumno se entiende que ha sido alimentado intelectualmente. En francés, élève.