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Llamamos sibarita a aquella persona dada al lujo y a la buena vida, a aquél que se trata con mucho regalo y refinamiento, al amante de los placeres exquisitos.

En realidad, sibarita era un gentilicio: así se llamaban los habitantes de Síbaris, una polis ubicada en el golfo de Tarento, en el sur de Italia.

La ciudad fue fundada por colonos griegos en el año 720 a.C. y, gracias al comercio y la exportación de telas teñidas de púrpura, llegó a ser una de las más poderosas y ricas de la Magna Grecia. Esa riqueza hizo que sus moradores cayeran en el lujo y el hedonismo, y de ahí el significado actual de sibarita.

Los sibaritas fueron conocidos por su aversión al trabajo y por su molicie. Llegaron a prohibir que se establecieran allí herreros, carpinteros y animales escandalosos, como el gallo. Dicen que los niños se vestían con trajes púrpuras y sus largos cabellos eran atados con cuerdas de oro.

Pero la historia de la ciudad de Síbaris fue breve ya que desapareció por completo en el año 510 a.C., cuando fueron expulsados sus oligarcas y se refugiaron en la vecina ciudad de Crotona, que le declaró la guerra a Síbaris y ésta fue totalmente aniquilada, dejándonos, no obstante, su gentilicio.

Un sinónimo de sibarita puede ser hedonista: persona que busca el placer como fin último de la vida. Deriva del griego ἡδονή (hedoné = placer).

Curiosidades de las palabras: «SIBARITA»
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